Trabajadores de la Administración precarios en un sistema técnicamente corrupto

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Benito L. | La corrupción técnica del sistema y sus antecedentes

En el diseño del sistema capitalista de explotación de los trabajadores para obtener de ellos la plusvalía necesaria para intentar aumentar la tasa de ganancia entran de lleno los llamados servidores públicos a quienes por su probada fidelidad se les concede un tanto de estabilidad, permanencia o fijeza, como quiera que se le llame. El sistema capitalista da algo a esos trabajadores a cambio de su “fidelidad” de manera que en los niveles más altos éstos de convierten en auténticos defensores a ultranza del sistema, en auténticas “castas”. Sin embargo, la incapacidad creciente del sistema ha llevado ya en sus últimos 50 años a incumplir sus propias reglas para tener sólo esos trabajadores funcionarios asegurados a su servicio. El crecimiento de la llamada “interinidad” /” temporalidad” dentro de las Administraciones alcanza hoy una cifra cercana a los 900.000 trabajadores con años y años de servicio y en situación permanente de precariedad. El sistema está –técnicamente corrupto- término ya acuñado hace años en las luchas de CEPI y AMPIC    de los profesores interinos cuando después de que el gobierno de Suárez zanjo las situaciones de interinidad, su número de multiplicó hasta alcanzar los 90.00 en eses sector por obra y gracia de D. Alfredo (Pérez Rubalcaba). El término “técnicamente corrupto” no hace referencia a personas o estamentos que hagan negocios con la cuestión- que también los habría- sino a que el sistema de oposiciones, concebido en su día para liquidar las “cesantías” exige una planificación para crear con antelación los puestos de trabajo necesarios y arbitrar los procedimientos de selección para cubrirlos. Ese sería el objetivo de las llamadas oposiciones para valorar el “mérito y la capacidad”, según sus parámetros (no entramos ahora a reflexionar sobre el concepto de mérito y su relación con la procedencia social).

Protesta Interinos

Bien, pues esta base es la que se corrompe técnicamente cuando por razones de “urgencia y necesidad”, que dicen ellos, más bien de incompetencia, desidia y conveniencia, se contratan miles y miles de funcionarios o laborales de manera temporal (hasta durante 30 años) para ocupar los puestos “sagrados” de las castas que deberían haberse planificado con anterioridad a estar ya ocupados y sometidos a la selección de los candidatos.

¿Por qué “le va la marcha” en este sentido al sistema capitalista?

La realidad repetida (“regularización” de PNNs de Universidad y otros niveles en tiempos de Suárez, Ley 20/2021 de diciembre y otros) es que además de la propia incapacidad del sistema para cumplir sus propias normas, su incumplimiento le genera beneficios al sistema, tanto en sentido económico, aunque no principalmente, como en el sentido de alentar la división y el enfrentamiento entre grupos de trabajadores : los que exigen cesar en la situación de precariedad permanente contra los que aún creen en las bondades del sistema diseñado de “oposiciones libres”, cuya definición más precisa sería la de “lotería eléctrica” (por lo de los enchufes). (Véase el penúltimo programa de “La Clave” de 29 5 1992 “El lío de las oposiciones”).

Y llegados a este punto es de razón el análisis de los maquiavélicos argumentos que utiliza el patrón Estado cuando se intenta conseguir el derecho a un puesto fijo por parte de los trabajadores temporales y precarios. Se aduce, para negarse a ello el derecho general de toda la población a concurrir a las plazas que llevan siendo ocupadas años y años por trabajadores competentes; así recurriendo al derecho general de la población- derecho remoto– se niega el derecho inmediato a los trabajadores que están en los puestos de trabajo como si el propio patrón Estado no hubiese transgredido – prevaricando– ese derecho general cuando ha hecho efectiva la corrupción técnica del sistema contratando por la vía rápida a trabajadores temporales; funcionarios o laborales, y no excepcionalmente, sino como método tal y como muestran las cifras actuales ya reseñadas, de unos 900.000 trabajadores temporales en las Administraciones actualmente.    

Es importante comprobar el espíritu de “casta” instalado en las más altas esferas de la administración y la judicatura que razona llanamente cuando se le exige la fijeza de los trabajadores temporales, que entraron cumpliendo los requisitos establecidos en las convocatorias y que tenían que cumplir los principios de igualdad, mérito y capacidad, que eso es distinto de cuando se convocan las “oposiciones” (donde la casta tiene sus tentáculos),etc., etc. porque el argumento es tan peregrino que ni ellos mismos  se lo creen pues también hay muchos trabajadores con la oposición, pero sin plaza.

Las plazas como coartada infinita para hacer de “su capa un sayo”

Este es el fonememo mágico que utiliza el sistema capitalista y su Estado para no reconocer los derechos de los trabajadores y trabajadoras. Aquí lo que vale es la plaza ese lugar de trabajo indeterminado que se refleja cuando les interesa y tras múltiples operaciones administrativas al margen de la realidad de quien la viene ocupando años y años. No ha sido capaz el gobierno actual con su Ley 20/21 de romper toda esta dinámica y reconocer los derechos de quienes trabajan y así, por ejemplo, la opción más favorable para ser fijo por méritos, exige llevar en la misma plaza desde 2016, cuando eso no ocurre ni en pintura como por ejemplo cualquier profesor temporal está cada año en un centro de trabajo y lo mismo en Sanidad o en Incendios Forestales, etc., etc.; qué es eso de la plaza? ¿a qué juegan?, por no referirnos a esas convocatorias de méritos donde el número de plazas en ciertas especialidades es cero o cantidades ridículas en relación con el número real de trabajadores temporales. ¡Vayan a engañar a su prima!

¿Los trabajadores forman parte del sistema democrático o son un estorbo para SU sistema que llaman democrático?

La respuesta a la pregunta es obvia y casi no habría que hacerla porque el capital lo que persigue es el máximo de beneficio, -aumentar la tasa de ganancia-, y para ello todo lo demás son instrumentos a su servicio, pero es necesario desvelar estos mecanismos para iluminar la realidad de tanta propaganda de los llamados “progresistas”.

De todo ello emana la conclusión de seguir la lucha por las reivindicaciones que no se podrán culminar en el marco del sistema capitalista, aunque sí hacerle algunos arañazos que contribuyan a su final.

Fuente: Poder Popular

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